Friday, July 28, 2006

Uf!! Esos enamorados...


Como es mi costumbre, ayer jueves regresé en tren a mi casa después de un largo día del trabajo. El viaje fue muy tranquilo, pero pese a ello no puede evitar fijarme en una pareja de pololos que, sentados un poco más allá que yo, protagonizaron durante todo el trayecto una escena digna de películas como “Bajos Instintos” y “Nueve Semanas y Media”.La pareja de tortolitos -por cierto un par de años mayores que yo- no dejaron de besarse y acariciarse en todo el viaje. Pero no eran besos así no más, noooo!!! niña por Dios!!! pues como diría una amiga mía, fue con "tutti", siendo un espectáculo gratuito para todos los que repletábamos ese tren.Mi primera reacción fue observar a las personas que iban sentados junto a ellos. No es para menos, una señora y un señor que a kilómetros se les notaba que iban incómodos por el espectáculo. Si a mí me incomodó la situación, me imagino cómo debieron haberse sentido ellos, quienes ya no encontraban para donde mirar, si para fuera de la ventana o a las decenas personas que iban paradas en el pasillo del convoy, para no encontrarse frente a frente con los desenfrenados ósculos que se daban estos enamorados.La escena me hizo recordar aquel dicho español que dice "Piensan los enamorados; piensan, no piensan bien. Creen que nadie los mira... ¡y todo el mundo los ve!", el que creo haber comentado más de alguna vez con mi novio, Folsek, con quien ya llevo más de cuatro años y con el que nunca (creo!! Ji ji ji) he dado un espectáculo parecido en público (aunque ganas no me han faltado).Es cierto lo del dicho, hay muchos enamorados que no piensan bien y dan rienda suelta a sus bajos instintos olvidando algo muy importante que se llama intimidad. Pienso que las parejas debemos actuar con discreción en público, guardar los besos acaramelados y las calurosas caricias sólo para cuando se esté a solas con la persona que uno ama, pues además de prestarse para males interpretaciones, escenas como la que yo pude ver, sólo sirven para incomodar al resto y para entretener a más de un par de ojos que mire con doble sentido aquella "apasionada" forma de amar.

Metamorfosis femenina: oda a la flojera


No hay nada que me moleste más que sentarme en el tren al lado de alguna mujer que venga maquillándose. De hecho, las evito cambiándome de lugar.Y es que como mujer, me parece muy de mal gusto ver como otras sacan cantidades incalculables de cosméticos (de todos tipos, colores y olores) para realizarse una verdadera metamorfosis corporal al ritmo de las ruedas del transporte y a vista (y paciencia) de todos los que venimos viajando.A mi juicio, cuando uno se levanta en la mañana para ir a trabajar, hay cosas que no se pueden dejar se hacer: tomar desayuno, bañarse, vestirse, peinarse y maquillarse, requisitos básicos de alimentación e higiene personal.¿Se imagina si yo voy en el tren poniéndome pantys y lustrando los zapatos mientras llego a mi destino? "Señora, disculpe, me podría decir qué color de medias me viene más, la marfil o la grafito". "Ay, perdone caballero, ¿le molesta el aroma a betún? No se preocupe, me falta sólo una lustradita". Para mí es lo mismo irse maquillando.Si a diario me gusta usar cosméticos para verme más linda, como mínimo tengo que levantarme temprano para hacerlo en mi casa y no en el tren o la micro, que son medios de transporte y no salones de belleza. Además, no cree que más de alguien se fija que llegó pálida, con ojeras, cara se sueño, puntos negros y espinillas, para bajarse con un kilo de estuco, seudo bronceada, con unas pestañas ultralargas y negras, las mejillas y los labios bien colorados, encremada hasta la punta de los pies y más encima con una combinación de olores a perfume que se sienten hasta el otro extremo del transporte.¿No crees que tengo razón y que sería mucho más saludable para todos que te levantes más temprano y así puedas cumplir con todas sus obligaciones de mujer?Mira el lado positivo, si te maquillas en casa la va a quedar mucho más espacio en su cartera para seguir llenándola de chucherías.

Wednesday, July 26, 2006

¡Pucha que las KgasT po's Ruth!!!


Todavía no me lo puedo explicar. Una matrona de Copiapó, nótese: una profesional que estudió 5 años en la universidad, dejó encerrada a su hija en el maletero del auto mientras ella, muy "potijunta", junto a su pailón de 14 años elegía tranquilamente un par de zapatillas.
Ruth: ¡Puchas que las KgasT". No hay justificación, no hay justificación.
En este momento esta mujer, la "madre del año", debe estar tratando de explicarle a un juez lo inexplicable. ¿Cómo cresta va a fundamentar su acto?
Anoche me costó quedarme dormida pensando en esta galla y tratando de cuadrar en mi cabeza su comportamiento:
- Probablemente la pobre Nicole se portaba tan mal que la Ruth con encontró nada mejor que castigarla encerrándola en el portamaletas, en vez de comprarle un helado (que en el mall valen 200 pesos) y dejarla sentada afuera de la zapatería mientras acompañaba al gil de 14 años que no puede ir a comprar sin la mamita.
- Quizás- como dijo el marido de la Ruth- la Nicole estaba dormida y no quizo despertarla ni dejarla durmiendo dentro del auto por temor a que algún malandrín de la calle le hiciera algo. Mmm... ¿Quién es más malo? ¿los delincuentes o la "mami" Ruth que encierra a los cabros chicos en el auto? Ja ja! Para pensar.
- Es posible, jugando con la imaginación perversa que a veces tengo, que la Ruth haya tenido un amante, al que sólo le contó que tenía un hijo y por eso decidió encerrar a la Nicole en el auto. Para que no la viera. Tentó al cabro con un par de zapatillas y le dio la plata para que se las comprara mientras ella tenía un encuentro fugaz con el "patas negras" en algún piso del mall.
...Pensé por varios minutos la razón que tuvo esta mujer para encerrar a su hija en el auto y, simplemente, no llegué a ninguna explicación cuerda.
Por eso... te lo digo otra vez: ¡¡Pucha que las KgasT po's Ruth!! Eres un monstruo.

Tuesday, July 25, 2006

Chocolate caliente, sopaipillas y las caricias de Folsek


Falta poco para que sean las 7 de la tarde y sólo quiero ir a casa después de este largo y lluvioso día de trabajo.
Me gusta la lluvia, pero... pucha que es leseo salir a la calle cuando San Isidro se acuerda de nosotros. Al menos para mi es todo un atado. Que "ponte botas", "¿llevas calcetines de recambio y otro pantalón?", "ponte el gorro" son sólo algunas de las frases que escucho recitar mi mamá en días como hoy. Y ¿quién tiene la culpa? Mi sinusitis.
A veces me pregunto por qué habré salido tan enfermiza. Me soplan y me resfrío. Debo reconocer que muero de ganas por salir a la calle a mojarme, saltar por las posas y degustar un rico helado de manjar con nueces bajo mi paraguas y en compañía Folsek.
Pero como soy amiga de los virus respiratorios y otras enfermedades típicas de este tiempo, sólo debo conformarme con disfrazarme con botas de agua y parka, correr para alcanzar el metro y mojarme lo menos posible en el camino a mi casa, para disfrutar del panorama de siempre en un día lluvioso: chocolate caliente, sopaipillas y las caricias inagotables de mi amado Folsek.